Uno de los posts que más me ha llamado la atención en los últimos tiempos es este, dónde SoloJ nos habla acerca de una analogía entre lo que representa olvidar y un incendio en nuestra alma. La analogía entre el «fuego» y lo que es «el amor» (como sentimiento) no es nueva pero (al menos en mis lecturas y discusiones) no había encontrado una disertación tan importante y tan bien realizada. El post vale la pena leerlo por la defensa que hace acerca de su búsqueda de las mejores formas para «apagar» este fuego y de esta manera «olvidar» lo que ha sucedido con una pareja. Es así como este incendio pasa a ser sólo una flama que con el tiempo debe ser apagada. En sí la analogía está bien de forma, pero no de forma.
El problema de esta argumetnación radica en que esta flama se busca «apagar» cuando lo que se debe hacer es buscar que esa flama «nos dé luz y calor» en nuestro paso por la vida, que por más que queramos negar, está lleno de pasajes oscuros y que, el refugiándonos en esta flama, nos ayudará a retomar el camino.
Lograr que esa flama nos «dé calor y nos ilumine» es pues, llegar a ese momento en que reconocemos que no hay culpables, sólo hay seres humanos que tomaron ciertas decisiones en pos de buscar la felicidad y sobre todo, reconocemos que para bien o para mal la persona a la cual queremos «olvidar» nos hizo felices en algún momento de nuestra vida y que aunque nos neguemos a aceptar, nos ha moldeado para ser como somos.
El proceso no es corto, tampoco es sencillo y requiere de una madurez importante, ya que se debe primero de aprender a valorar a una persona que lo más probable es que nos haya desilusionado de tal manera que no queramos saber nada de ella. No hay que dejar de tomar en cuenta que «olvidar» es reprimir y no afrontar nuestros problemas; pero «olvidar» también es una manera de evasión en la cual no sólo queremos evitar el dolor de la pérdida o desilusión sino que ademas evitamos enfrentarnos a nosotros mismos y a nuestra responsabilidad en el papel que desempeñamos en el desenlace de nuestra historia: «no hay más culpable de lo que nos sucede que nosotros mismos«.
Hay personas que a lo largo de su vida no son lo suficientemente afortunados de sentir lo que es ser querido ni querer de verdad, por lo que el hecho de haberlo vivido (independientemente del resultado) es un hecho que se debe celeberar. Cuando logramos comprender esto es entonces cuando de verdad damos un gran paso hacia lo que defino en este blog como «amor«.
Y así como tenemos la facilidad de enfocarnos en todo lo malo porque nos duele, entonces mejor fijémonos en todo lo bueno porque nos hizo felices. Al fin y al cabo ambos momentos vienen de la misma persona, viven en el pasado y forman parte de nuestra vida ¿o no?